Una de las actividades tradicionales que se realizan en la Sierra Pobre es la cata de las colmenas para extraer miel, principalmente de jara. Mi poema es un homenaje a esos apicultores, ganaderos de abejas, que cuidan de sus enjambres con mimo y generosidad.
EL APICULTOR
Fascinación y misterio
alrededor de la miel
que las abejas fabrican
para endulzar a Ezequiel.
Las obreras se percatan
de que un marco está vacío.
¡Ayer la miel rebosaba
y hoy ha desaparecido!
Ezequiel viene y se lleva
siempre más de la mitad.
Las abejas dan la queja
y se alejan del panal.
Bonito homenaje a esas trabajadoras incansables. Este poema me ha devuelto a mi infancia, a esos días calurosos de verano, cuando pasába tardes enteras charlando con mi madre y mi abuela, a cierta distancia de las colmenas, viendo como mi padre y mi abuelo cuidaban de las abejas e iniciaban a mi hermano en este mundo tan apasionante. Gracias por tu poesía, Carmen.
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